REQUISITOS PARA LA
ADMISION DE PACIENTES
ENTREGA DE LAS RECETAS Y
LOS CERTIFICADOS EN PAPEL
ENVIO DE LAS RECETAS Y LOS
CERTIFICADOS ELECTRONICOS
HONORARIOS PROFESIONALES
FORMAS Y LUGARES DE PAGO
PRINCIPALES CAUSAS
MÉDICAS DE PSICOSIS
ORGANICIDAD EN LOS
TRASTORNOS AFECTIVOS
CAUSAS SOMATICAS Y NEUROLOGICAS
DE LOS TRASTORNOS DE ANSIEDAD
TRASTORNOS DEL SUEÑO
Y MEDICINA GENERAL
Consulta presencial
Generalmente, al iniciar el tratamiento las consultas son semanales. Cuando el tratamiento ya está encauzado se espacian las visitas, pasando habitualmente a realizar consultas quincenales. Si el tratamiento es exclusivamente psicofarmacológico, la frecuencia de las consultas es mensual. La duración de cada consulta oscila entre 50 minutos y una hora.
Consulta virtual
La consulta virtual se utiliza para reemplazar a la consulta presencial si el paciente – ya sea por motivos de salud o simplemente de distancia – se encuentra impedido de concurrir al consultorio. En ese caso, puede utilizar cualquiera de las plataformas digitales que se encuentran en la página web.
El ausentismo y la importancia de su reprogramación
La regularidad y la continuidad de las sesiones con la que se realizan los programas integrales de tratamiento son los factores más importantes y necesarios para poder alcanzar los resultados proyectados. Para el buen desarrollo del tratamiento, no existe nada más perjudicial que la irregularidad y/o discontinuidad entre las sesiones.
Muchas veces, el tiempo que transcurre entre una sesión y la siguiente es el elemento determinante para que el trabajo logrado en esa sesión sea aprovechado al máximo posible y potenciar así sus efectos en su recuperación. La suma de cada una de las estrategias terapéuticas, cuando se cumple a lo largo del tratamiento, es la que permite desarrollar todas las posibilidades latentes, para lograr el máximo de recuperación. Cuando los tiempos entre las sesiones se prolongan más de lo previsto, lo trabajado no alcanza a unirse y potenciarse, y sus efectos se van desvaneciendo y debilitando.
Cuando esto sucede, los resultados son menos visibles y se producen con una mayor lentitud desmoralizando al paciente al no cumplirse las expectativas esperadas. Lamentablemente, no siempre se comprende y se da la suficiente importancia a los efectos negativos que da la discontinuidad entre las sesiones. Los inconvenientes que existen en la vida diaria son muy frecuentes y diversos. Estos dificultan el cumplimiento de las sesiones previas en el programa terapéutico. Por eso, todos los esfuerzos que se efectúen para mantener el ritmo adecuado del tratamiento son no sólo muy necesarios, sino también imprescindibles. Es por eso que no sólo se apoyará y alentará el esfuerzo, sino también se le brindarán todas las posibilidades de reprogramación de los ausentes de acuerdo a la necesidad y disponibilidad de cada paciente.
Frecuentemente se establecen confusiones con los tiempos de duración de los tratamientos, ya que se computan los meses transcurridos desde el inicio de los mismos. Este error muy común sucede debido al desconocimiento de que los que determina realmente en qué momento se encuentra el tratamiento es el número de sesiones efectuadas con la regularidad necesaria, y no el tiempo transcurrido.
Ejemplo de un tratamiento irregular
Tomemos, por ejemplo, un paciente que según su criterio lleva 5 meses de tratamiento (partiendo desde la fecha de su inicio) y realiza un tratamiento de 2 sesiones por semana, es decir, 8 sesiones por programa. El programa tiene una duración de 4 semanas (aproximadamente 1 mes).
Si el paciente cumplió con la continuidad requerida, reprogramando sus posibles ausentes, debería haber realizado 40 sesiones en 5 programas (8 sesiones por programa x 5 programas= 40 sesiones).
Pero en realidad el paciente efectuó sólo 20 sesiones, es decir, que se encuentra transitando su tercer programa de tratamiento (8 x 3 = 24), habiendo transcurrido 5 meses desde su inicio.
Posiblemente, este paciente se encuentre algo desencantado, de que sus resultados son lentos en su avance. Pero él, no llega a comprender que no está en su quinto mes de tratamiento, él está recién iniciando el tercer programa, porque lleva efectuadas sólo 20 sesiones en lugar de 40.
Estas situaciones son las que hay que evitar porque los efectos del ausentismo sin la reprogramación de esas sesiones no se ven en lo inmediato sino con el transcurso del tiempo.
En estos casos surge una duda muy negativa: ¿Es el tratamiento el que fracasa o la forma en que se efectúa?
¿Cómo se reprograman los ausentes?
En la búsqueda de todas las formas posibles para solucionar los ausentes y su reprogramación – aplicando los criterios de practicidad y flexibilidad – surgieron estas alternativas:
– Primera alternativa: Reprogramar dentro de la semana en curso o subsiguiente el ausente, evitando la discontinuidad.
– Segunda alternativa: Reprogramar el ausente combinando en un mismo día dos de las consultas a realizar. Por ejemplo, realizar el mismo día el control psiquiátrico y la sesión de psicoterapia.
– Tercera alternativa: Cuando por razones de salud, viajes, etc., las ausencias son más prolongadas, siempre es posible recuperarlas aplicando las alternativas 1 y 2, según las posibilidades, hasta reponer las sesiones faltantes.
Efectuar las sesiones con regularidad y continuidad manteniendo el ritmo previsto en todo el tratamiento es un esfuerzo que siempre es compensado ampliamente con los resultados obtenidos.